Jugar es una actividad que realizamos a lo largo de toda la vida, como niños,
como jóvenes e indudablemente como adultos. Jugar no es solo un asunto infantil,
porque va más allá del tiempo y del espacio personal, seguir conservando
esos tintes de alegría, esas formas de interactuar con los demás y el mundo.
El seguir jugando en diversos campos a lo largo de la vida, nos permite ser más
flexibles ante los acontecimientos que puedan abrumarnos, y simultáneamente
seguir desarrollando y reafirmando la propia personalidad.
Ese pedazo de alegría infantil, que todos guardamos, es una forma
de estar en contacto con nuestro pasado.
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