Creer en algo más allá de ti, eso es la fe, eso es amar y eso es cultivar la esperanza.
Como personas debemos conocer nuestra capacidad de amar, de entregarnos totalmente a aquello a lo que le depositamos amor, ya sea una persona, un proyecto, un trabajo, una meta, un ideal, o incluso a un sueño. Amar verdadera y profundamente, no es quedarse ciego, sordo y mudo ante las circunstancias. Es elegir cautelosamente los pasos que estamos dispuestos a dar para ser mejores, no para los demás, no en comparación con los demás, sino para nosotros mismos.
Y cómo puedo ser mejor para mi mismo? Puedo empezar por evaluar qué tipo de vida me doy. Evaluar no equivale a juzgar, sino a pensar lo más objetivamente que estoy haciendo conmigo y con mi vida, significa despertar mi propia consciencia. Me torturo inutilmente? Me juzgo constantemente? Me agobio en culpas por lo que hice o dejé de hacer? No te equivoques, la vida que te das a ti mismo, es la vida que brindarás a los demás, a tu pareja, a tus hijos, a tus amigos, a tus familiares, a tus compañeros y a tus conocidos.
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