¿CÓMO SE CURAN HERIDAS QUE SON QUIEBRES?
En muchas oportunidades nos toca vivir situaciones adversas, eso puede detonar inicialmente nuestro enojo, aunque por momentos también sentimientos muy poderosos de venganza, de frustración, de impotencia y por supuesto de dolor. No podemos realmente cobrarle a nadie lo que nos pasa, ni siquiera aquellas situaciones que parecen injusticias es factible cobrarlas, ya que aunque las personas que nos han hecho daño reciban una especie de merecido, aquello que hemos perdido, no lo recuperaremos más.
Cuando una situación nos afecta tan profundamente que genera una herida, y en algunos casos hasta un quiebre, es realmente desolador no saber que hacer con nosotros mismos, se detona una especie de llanto interno en donde todo lo que ha representado la propia vida pierde el sentido que siempre creímos tener. Este tipo de quiebres nos hace sentir como si quedáramos varados en una especie de limbo, como si sufriéramos un exilio de nuestro propio lugar, de nuestra propia vida, además de sentirnos juzgados y culpables de la situación que pudimos experimentar.
¿Cómo entonces, nos curamos de una herida que no es herida, sino quiebres tales que diseccionan la propia integridad?
La peor prisión del mundo es en donde no puedes ver las rejas, pero te sabes ahí atrapado. Eso es justamente lo que ocurre cuando nos quedamos estancados en la herida, y cuando nos perdemos en los quiebres de vida que una experiencia negativa nos pudo generar. No digo con esto que no debemos tomarnos el tiempo necesario para sanar las heridas, para reflexionar sobre lo que nos ocurrió, y dejar que cicatricen nuestros golpes; a lo que me refiero es que no nos podemos únicamente aferrar al dolor. Cuando nos aferramos al dolor, no dejamos que sane la herida, nos sentimos estafados por la vida, por las personas, por las circunstancias, y con esas acciones y sentimientos, alimentamos una posición de invalidez, de miedo y de incapacidad en nosotros mismos. Aferrarse y estancarse en una herida, en un sentimiento de incapacidad, en una circunstancia que nos ha quebrado, nos hace un daño irreparable a nosotros mismos, nos hace más daño que el evento que detonó la herida y el quiebre.
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