Cuando escogemos a una pareja, lo hacemos de forma voluntaria. Es uno de los pocos
vínculos que tenemos la libertad de elegir, por lo que es una clara pista de quiénes somos
y de qué tanto nos conocemos. Esto no ocurre con las relaciones de familia por ejemplo,
en donde no tenemos la capacidad de elegirlos, solo de adaptarnos. Cuando escogemos
a una pareja se ponen en funcionamiento muchos aspectos psicológicos de nuestra
personalidad. Las relaciones de pareja son complejas, llenas de desafíos y
por supuesto, de maravillosos nuevos descubrimientos personales.
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