Lo muerto necesita entierro y un duelo, no desaparece de la vida, se transforma en historia, se transforma en recuerdo y se incorpora como una experiencia más.
Lo muerto que queda sin entierro y sin su proceso de duelo, queda muerto en vida e interrumpe todo aquello que experimentamos, porque no está en su lugar.
Somos humanos de ciclos, de experiencias, de aprendizajes, pero sobre todo
de crecimiento y maduración.
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