Cuando se trata de hacer promesas a largo plazo, lo mejor es ser honesto con los demás, pero es primordial serlo con nosotros mismos. Ahí te va en un respiro, lleno de suspiros, uno de los pactos más complicados que he hecho desde tiempos lejanos. Se cumple con ahínco, se cumple con vehemencia, a veces corriendo, y en otras a empujones porque cuesta, lo que si te garantizo es que cada trozo que sale del corazón, está recubierto de una sincera emoción.
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