El amor es la continuidad de la vida y tiene una fuerza
arrolladora. Cuando iniciamos una relación amorosa, esa fuerza está
cargada de pasión, romanticismo, expectativas, fantasías y necesidad.
Todos los seres humanos necesitamos del amor para vivir, para respirar,
para trabajar, para subsistir en un mundo que nos demanda muchas
cosas. Presiones, obligaciones, tareas que no queremos realizar… en
fin, el amor es una forma de poder sobrellevar todas las vicisitudes de la
vida.
Pero la vida es vida, y debemos adaptarnos a las rutinas que
cotidianamente nos envuelven todo el tiempo, la realidad no nos permite
quedarnos estáticos, todo el tiempo nos pide que trabajemos, que produzcamos,
que nos hagamos cargo de múltiples tareas importantes. Este tipo de
demandas de la realidad y también de nosotros mismos, se colocan dentro la
relación amorosa… Esto provoca que prioricemos en lo más urgente y no
precisamente en lo más importante. Esto nos provoca que
el amor se dé por sentado, que ya no trabajemos en él, en mantener la fantasía,
la ilusión, la energía que nos regresa… y que en ciertos momentos se duerma la
pasión, la conexión, y si esto se vuelve crónico, muera por no atenderlo.
En muchas oportunidades, ni siquiera es el trabajo lo que nos aleja del
amor de pareja, sino el rol de padres… nos dedicamos a invertir tanto tiempo,
tanta energía en los hijos, en los nietos, en los hermanos, los padres y todos
los familiares, que nuestra pareja queda relegada al último lugar si bien le
va. Una relación, cualquiera que esta sea, necesita de atención,
necesita que todo el tiempo que podamos, y sobretodo que deseemos, se nutra,
siga creciendo y se fortalezca. Si no le dedicamos ni siquiera tiempo,
si la inundamos de miedos, preocupaciones y frustraciones, las conexiones de
esa relación ya no tendrán pasión, tendrán como efecto de regreso todo eso que
le hemos invertido.
La pasión se acaba en la relación, porque estamos muy ocupados
realizando otras actividades, porque estamos invirtiendo en otros lugares, pero
sobre todo, porque probablemente ya no estamos sintiendo esa misma pasión por
la otra persona dentro de nosotros mismos.
La pasión, la ilusión, el romanticismo y todos esos detalles que pueden
hacer crecer y robustecer una relación, no sólo se deben regalar
ocasionalmente, es una tarea de día a día, que nos llama a crear, a generar, a
impactar, a inspirar a nuestra pareja. A reforzarle en cada
momento, por qué escogió estar con nosotros y no con nadie más, que estamos
entregados en cuerpo y alma a esa persona, y que cada día nos convencemos y
reafirmamos más, porque podemos llamarla, verla y demostrarla ante el mundo
como la persona con la que hemos decidido cultivar el amor.
Te falta pasión en tu relación de pareja?
Se apagó hace tiempo?
Te has ocupado de otros asuntos, dejando la relación de lado?
Nunca es tarde para recuperar el amor, para cultivar la pasión, para
generar pequeños, grandes y sorprendentes detalles de amor hacia otro ser
humano… nunca es tarde, para empezar a vivir así la vida.
Piensa, juega, crea, imagina…. SE UNICO al darte en el amor, y ya no tendrás
que buscar el amor… el mismo amor regresa como una inspiración que se desborda
y te encontrará!
Dificil si no hay voluntad de las dos partes.
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