“El
que espera y no desespera, encuentra lo inesperado”
Cada
día nos enfrentamos a rutinas y
actividades diferentes, que pueden provocar enojo, frustración o
impotencia. Hoy día esperamos que las
cosas pasen rápido, estén bien hechas y sin ningún obstáculo o problema. Desgraciadamente, en la realidad, no podemos
manejar la vida como quisiéramos, sin embargo podemos aprender a ver las cosas
desde otro punto de vista, a través de la paciencia.
La
paciencia es el valor que hace a las personas tolerar, comprender y aprender a lidiar con los problemas,
obstáculos y adversidades con fortaleza, sin lamentarse, teniendo control sobre
la propia conducta, para proceder de manera adecuada a cada situación. No se debe confundir la paciencia con
pasividad ante una situación problemática, tampoco debe confundirse con no reaccionar o aguantarse.
La
paciencia nos propone aceptar con serenidad el dolor y las pruebas de la
vida. Comprender y aceptar que nada
ganamos con la desesperación, y darnos ese tiempo para escuchar, razonar y en
su momento actuar o dar nuestro opinión.
Cuando
podemos desarrollar la paciencia estamos mostrando un rasgo de madurez. Las personas que tienen paciencia saben
esperar con calma que las cosas sucedan, ya que comprenden con claridad que hay
situaciones que no dependen necesariamente de la propia voluntad, o que están
fuera de control y a las cuales hay que darle tiempo y espacio.
La
paciencia es algo más que esperar, es una expectativa calmada, es una especie
de pausa en lo que anhelamos alcanzar. Las cosas buenas les llegan a aquellos
que saben esperar. Aunque la paciencia
es amarga, sus frutos son dulces. La paciencia no es aguantarse hasta mas no
poder y explotar. La paciencia es un
arte, que nos libera de las cargas emocionales innecesarias para mantener
nuestro estado de paz.
La
paciencia es una fuerza que surge de nuestra mente, para controlar a todo
nuestro cuerpo y hacernos saber que todo llega a su momento. Todas las cosas más bellas del mundo
requieren de paciencia para recubrirse de un halo de entusiasmo e ilusión. Cualquier meta y cualquier logro que
planifiquemos llevará el ingrediente vital llamado paciencia.
Trabajar
la paciencia nos permite desarrollar la sabiduría, convertirnos en personas
calmadas y seguras de si mismas. Ser
pacientes nos ayudará a contemplar el mundo con mayor entendimiento y
sensatez. Lo contrario a no ser
pacientes, es comportarse de manera impulsiva, arrebatada y de forma en que se
generan más problemas, dejando escapar diversas oportunidades de aprendizaje
personal y de solución eficaz a los mismos.
COMO
DESARROLLAMOS PACIENCIA
1.
RESPIRA
Cuando sientas que todo empieza a
salirse de control, es cuando debes detenerte un momento y respirar, respirar profundamente. Esto no es ilógico, porque si respiras
profundamente inhalando por tu nariz, sosteniendo el aire unos segundos y
exhalando por la boca, en realidad ayudas a calmar tu sistema nervioso,
oxigenándolo. Luego cuando ya sientas
más tranquilidad, es posible concentrarse en tratar de ver los lados positivos
de la situación. Respirar siempre es un
buen recurso, que nos ayuda a reflexionar, porque le damos una pausa a nuestro
diálogo interno.
2. TIEMPO
MUERTO
En estos tiempos se acostumbra a
hacer diversas actividades a la vez y no deseamos que se nos escape ningún
momento, instante o espacio para que todo salga bien. En ocasiones es bueno relajarse y apreciar
los detalles simples de la vida. Tomar
momentos para planificar, organizarse e inyectar fuerzas pueden colaborar en la
propia vida para desarrollar paciencia.
3.
CONSECUENCIAS
Cuando
considere que está perdiendo la paciencia, procure pensar en las consecuencias
que le puede acarrear una acción impulsiva e impaciente. Preguntese a si mismo, ¿Qué pasaría luego de
hacer lo que desea? ¿Afectaría a
alguien? ¿Lo que desea hacer en ese instante solucionará la situación?
4.
PRIORIDADES Y LIMITES
Desconfíe de las prisas. Reflexione sobre las razones que le hacen
actuar de forma impaciente. Reorganice
sus prioridades, pensar sobre las mismas e incluso escribirlas le ayuda a
calmarse y enfocarse, para no perder el control personal en un instante.
5. TOMATE TU
TIEMPO
El encontrar tiempo para todo sin
dejarse arrastrar por la ansiedad requiere de paciencia y disciplina
cotidiana. Identifique qué es lo que le
genera impaciencia, son personas, situaciones, o usted mismo. Si descubre que está siendo usted mismo quien
se genera ansiedad para presionarse, es momento de pensar en dejar ir algunos
hábitos que pueden enfermarle.
6. NO TEMA AL
CAMBIO
“Uno propone, pero Dios dispone”
Podemos hacer miles de planes, pero las cosas no siempre salen como lo
deseamos. La vida gira y da vueltas por si misma. Es vital ser realista con las propias
expectativas y comprender a los demás y a nosotros mismos. La práctica hace al maestro. Desarrollar paciencia implica dejar atrás
malos hábitos que hemos aprendido, asi que como cualquier aprendizaje requiere
de constancia y cultivo constante.
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