miércoles, 19 de agosto de 2015

PSICOLOGIA: LOS SECRETOS NOS MATAN LENTAMENTE


¿Sabes a dónde van las palabras que no se dijeron? ¿A dónde va lo que quieres hacer y no haces? ¿A dónde va lo que no te permites sentir?

Muchas veces nos gustaría que lo que no expresamos quede en el olvido, pero lo que no se expresa se queda acumulado en el cuerpo, nos llena el alma y el espíritu de gritos mudos.  Lo que no nos damos la oportunidad de decir o expresar se transforma en insomnio, en dolor de garganta, en nostalgia, en destiempo, en deudas, en tareas pendientes.  Las palabras y los sentimientos que nos tragamos se transforman en insatisfacción, en tristeza y en frustración. Lo que mantenemos en secreto afecta nuestra percepción y comportamiento, pudiéndose convertir en verdaderas cargas. 

Dejar en silencio algo que queremos expresar, nos empieza a torturar internamente.  Se nos pueden presentar trastornos digestivos, dolores de cabeza o sensaciones de angustias que de alguna manera podemos relacionar con los secretos que se guardan.  Y las cosas se complican todavía más por el hecho de que ciertos secretos actúan sin que nos demos cuenta, nos pueden generar sufrimientos físicos o psicológicos sin que nos demos cuenta de su procedencia.

Algunos secretos que son temas asesinos de nuestra paz mental son el amor prohibido, la curiosidad indebida, los actos desesperados, los actos forzados,  el amor no correspondido, el rechazo, la  cólera, los sueños y metas de vida censurados, los estilos de vida no aceptados, los maltratos.

El quedarnos con palabras o sentimientos secretos produce efectos en cada uno de nosotros.   Lo callado se convierte en una molestia y en un impedimento, que construye alrededor de nosotros una cárcel que nos aprisiona.  

Un secreto o lo que no se expresa es como una gota de agua constante en la piedra, que rompe la piedra no por su fuerza sino por su constancia.  Lo que no se dice y  se queda en el interior nos carcome, nos hace heridas que poco a poco van venciendo la propia paz mental con la que contamos.

Lo que no se ha dicho, debe contarse, debe expresarse… antes de que nos carcoma por dentro.  Debe transformarse en algo al salir de nuestro interior.  No es cuestión de correr a contar, reclamar, vengar, o ajusticiar a los demás.  Es una confesión que nos hacemos a nosotros mismos a través de alguien de confianza, o a través de algo que decidamos hacer para salir de la burbuja del secreto.

Cuando nos guardamos algo, se corresponde a que sentimos que los demás no podrán aceptarlo.  También tiene que ver con que estamos viviendo una doble vida, somos alguien internamente y somos lo que se espera de nosotros externamente.   El conflicto del secreto, es que estamos inmersos en la dicotomía de lo que somos versus lo que se espera de nosotros. Por tanto, es necesario transformarnos, volvernos más auténticos con nosotros mismos, aceptarnos como somos, aunque nos de temor, aunque no correspondamos a las etiquetas que la misma sociedad espera que cumplamos.

Lo que no decimos siempre encontrará una salida, si no es con palabras será a través de enfermedades, de tristezas intermitentes que no tienen explicación, de misteriosos arrebatos de cólera y enojo, de reacciones súbitas de llanto, tristeza o rechazo hacia películas, canciones  o incluso anuncios.

La cualidad de los seres humanos radica en su creatividad, por lo tanto hay formas de transformar lo que debemos decir, sin perjudicar a los demás, pero sobre todo sin perjudicarnos a nosotros mismos. 



¿QUE HACER?


  1. Busca alguien de confianza para revelar lo que no has dicho
  2. Cuéntalo cuantas veces necesites para comprender que es lo que te afecta y para cicatrizar la herida que el secreto pudo haberte dejado.
  3. Busca que te escuche una persona que sea compasiva, empática y que tenga mucha paciencia.  Que te pueda brindar todo el apoyo, y atención para que tu puedas desahogarte sin sentirte juzgado, o que aburres con el tema.
  4. También puedes escribirlo.  Muchas veces el papel nos sostiene las confesiones más duras que tenemos que hacernos a nosotros mismos.  
  5. Si todo lo anterior no es suficiente, busca ayuda psicológica.  Busca un profesional con quien te sientas comodo para tratar estos temas y sanar tus heridas emocionales, y por tanto las físicas también sanarán.

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