La vida resulta ser tan efímera, los momentos suelen ser tan fugaces y la memoria en sí,
a veces, no se da a basto para rememorar de forma fehaciente todos esos instantes
que tanto atesoramos. Si es cuestión de revelar, escribir me ayuda a pensar, porque
de forma clara y directa puedo trasladar lo que siento, lo que percibo y lo que anhelo.
Escribir, entonces, guarda en retazos cotidianos, parte de las fachadas y pistas de mi
esencia, que se convierten en huellas de vida y simultáneamente en pequeñas grietas.
GRACIAS a quienes me leen, hoy termino este proyecto de
Pequeños Crímenes con número 100.
No es lo que uno se propone, ni lo que uno logra, es ese trayecto que se recorre para
llegar a la meta, lo que nos imprime de vida, cambios y desafíos.
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