domingo, 25 de enero de 2015

DEL LABERINTO : 1


Si usted no se esmera en decodificarme, no pretenda que me conoce.

Téngalo claro, no estoy hecha para la velocidad, pero sí para los desafíos, disfruto un buen enfrentamiento mental, me gustan los vencedores, aprecio a los buenos perdedores y admiro a los que no se dan por vencidos en lo que se proponen.  

Observo detalladamente cómo manejan el poder las personas a quienes les otorgo presencia en mis espacios y me enfoco atentamente en ver cómo lidian con la frustración aquéllos a quienes les presento mis paredes.  No es que ponga a prueba a nadie, lo prometo, no lo hago a propósito; ha sido tan complicado aceptarme y acostumbrarme a mi misma, que tengo esta extraña estructura para ordenar mi propia vida y darle un lugar a todo caminante.   

En mi mundo, todos caben, todos pueden decidir llegar, instalarse, visitar o incluso marcharse, a nadie juzgo, a nadie exilio de mi ámbito y aquél que se haya ido siempre podrá regresar, pero no encontrará disponible el mismo lugar.  En mi mundo hay tantos niveles, y esa es la razón por la cual es agotador y necesario ordenar.   

Si no te valgo el esfuerzo, el tiempo, el reto y la pena, seguramente no apreciarás ni reconocerás cuando te otorgue el espacio, la atención, el cuidado, la confianza y la alegría.   Seguro que si no buscas decodificarme, lo mejor es que en mi mundo solo busques el nivel más lejano, más simple y el más cordial, el lugar del turista que llega, visita y transita en las periferias de mi personalidad.


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