Hoy es un nuevo día y a cada momento descubro lo importante que es diferenciar la necesidad de la realidad. Comprendo que como seres humanos necesitamos muchas cosas, sobre todo de la compañía de las personas que apreciamos y que son significativas en nuestra vida, pero también es de vital importancia aprender a estar consigo mismo. Cuando la necesidad de compañía se instala como premisa, el egoísmo y la ansiedad a la soledad tienden a convertirse en un fantasma que nos agobia, que nos llena de miedos y que procura inmediatamente hacernos sentir desvalidos y vulnerables ante nosotros mismos, y demandantes, egoístas y acaparadores ante las personas que más amamos.
El temor a la soledad no se activa únicamente al encontrarnos físicamente solos, también puede detonarse estando rodeado de muchas personas con las que no nos es posible comunicarnos o con quienes no sentimos ninguna conexión. Esta, según mi experiencia personal, es la peor de las soledades que pueden azotarnos, se tiende a generar una sensación de atrapamiento en el vacío, un lugar inexistente que suele transitar con nosotros mismos a lo largo de la vida, y es un sentimiento altamente incómodo sin explicación, sin razón, pero emocionalmente real y abrumador. Al experimentar estas sensaciones tiendo a molestarme, es mi forma de reaccionar ante la incertidumbre y lo desconocido, sobre todo en estos vacíos que ya me son tan familiares, que no sorprenden, pero a los que no termino de acostumbrarme, y para ser honesta prefiero no hacerlo. Es como una extraña enfermedad que es necesario darle una solución, es como un viejo y conocido problema al que hay que atacar de frente, verlo a los ojos, cuestionarle sus motivos y darle un cierre. En muchos sentidos, como persona, me niego a seguir relacionándome con estas sensaciones de vacío que no se llenan ni con la compañía física de las personas que amo, ni con la capacidad de mantenerme aislada conmigo misma.
En cierta forma será importante revisar la historia de mi vida, para encontrar en que momento un espacio emocional quedó vacío, quedó sin resolver, quedó anudado como un tumor que no tiene explicación, y que se detona en algunos momentos recordándome estas carencias emocionales que para mi crecimiento personal es importante actualizar.
Justo ahí descubro el tinte de la necesidad, pero esta necesidad no es hacia los demás, es hacia la comprensión de mi misma, hacia la investigación de mi historia personal. Necesito comprender lo inconcluso que me detonan estos espacios vacíos de compañía. No es en sí la necesidad de la compañía, sino de la comprensión de esta soledad interna. Este es el motivo por el cual, no importa cuanta gente pueda estar a mi alrededor, nadie será capaz de llenar esos espacios vacíos, porque son internos, porque pertenecen a un pasado, y porque por momentos en el exterior puedo aliviarlos, pero no cortarlos de raíz. En muchos sentidos, cuando decidimos explorar lo que sentimos, hay decisiones importantes que tomar, si lo trabajamos en la vida real, buscando la compañía que creemos nos hace falta, o si nos enfilamos hacia el sendero interior para investigar el por qué nos sentimos así y darle una verdadera solución que nos procure autonomía personal. No soy nadie para recomendar cual camino es mejor, habrán personas que preferirán llenarse de personas a su alrededor y así mitigar esos sentimientos de soledad, si les funciona, bien por ellos, es su derecho, es su elección. Existimos otros que al haber recurrido a esas alternativas, no nos satisface la compañía externa, y preferimos encaminarnos al autodescubrimiento. Como todo en la vida es cuestión de elección. Estoy segura eso si, que cada una de las personas que escojan tal o cual camino tendrán sus razones, sus argumentos y lo funcional que les ha sido el desenlace de su misma decisión. Situación maravillosa que reafirma la libertad humana, pero sobre todo su indiscutible diversidad. No existe el único sendero, existen diversos senderos para el gusto y eficacia de cada ser humano único, y ese es un Derecho al que todos podemos optar.
Por hoy, me quedaré con la inquietud de un problema con solución pendiente, seguro me enfocaré en la tarea de la investigación de mi historia para detectar en qué momento quedó un espacio vacío que me atormenta en ocasiones y cual es la función de esas sensaciones de incomodidad que llaman mi atención. Gracias por leerme!!
Encontrarnos a nosotros mismos es lo màs dificicil pero no imposible =D
ResponderEliminarMe encanto Susana! Eres un éxito!
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