Bien reza el dicho, ojos que no ven, corazón que no siente.
En diversas ocasiones como personas, decidimos no ver para no sentir, obviar lo evidente, disimular falta de atención o escabullirnos ante la realidad. Nadie podrá acusarnos de hacer bien o de hacer mal, es un simple y llano uso de la libertad personal. Si veo, estoy listo para aceptar y asimilar lo que está ocurriéndome. Si no veo, entonces, no estoy preparado aún para enfrentar realidades que pueden ser dolorosas, devastadoras y que atentan contra mi propia integridad. En cualquier caso, cada uno se maneja según así lo decida, de forma voluntaria o involuntaria, igual así recogemos nuestras propias consecuencias.
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